Los pacientes con trombo en la orejuela izquierda (OI) remitidos para cierre percutáneo son un desafío para el médico y su tratamiento es complejo. Por un lado, suelen ser pacientes con antecedentes o alto riesgo de sangrado, de ahí que su tratamiento habitual sea el cierre de la orejuela izquierda para evitar la anticoagulación a largo plazo. Sin embargo, por otro lado, la evidencia de trombo en las pruebas de imagen les confiere un riesgo muy alto de eventos embólicos.
Para arrojar luz sobre el tratamiento de estos casos, un grupo de investigadores internacional ha analizado el manejo en este complejo escenario clínico en 21 centros de Europa y Norte América. El trabajo, liderado por el cardiólogo Luis Nombela-Franco del Hospital Clínico San Carlos y realizado con apoyo de la FIC, ha sido publicado en la revista Heart.
De un total de 3.222 pacientes con cierre de la OI identificados, se analizaron 126 pacientes que presentaban trombo en las pruebas de imagen preoperatorias. La intensificación del tratamiento antitrombótico fue la estrategia inicial en algo más de la mitad de los pacientes. En el 60% de los casos hubo una resolución del trombo con la primera línea de tratamiento médico. Sin embargo, se detectaron un 10% de eventos hemorrágicos durante la intensificación del tratamiento antitrombótico.
El cierre de OI en presencia de trombo se realizó con éxito en un porcentaje similar a los del grupo de intensificación, sin complicaciones embólicas. La tasa de trombosis del dispositivo fue alta (~13%) en el seguimiento en ambos grupos de tratamiento demostrando la facilidad de estos pacientes para la formación de trombos.
“Hasta hace unos años, la presencia de trombo en la OI se había considerado una contraindicación para el cierre percutáneo, dada la alta probabilidad de movilizar dicho trombo y provocar un ictus o una embolia periférica”, afirma el Dr. Nombela-Franco. Sin embargo, con el desarrollo y mejora de la técnica y las pruebas de imagen, “se ha podido realizar en ciertos casos en presencia de trombo con buenos resultados en cuanto a eficacia y seguridad”.
“Hay que tener en cuenta las características y localización del trombo y modificar la técnica de implante, pero en general se puede realizar el cierre percutáneo en una gran mayoría de pacientes si el trombo no ocupa el ostium de la OI”, explica el hemodinamista. “Además, en la actualidad disponemos de sistemas de protección cerebral -que son unos filtros que se colocan en los vasos cerebrales- para que, en el caso de que se movilice algo de material trombótico, éstos no alcancen el territorio cerebro y evitar un ictus”, añade.